24 dic 2011

EL PERRO Y LOS RITOS MAYAS DE INICIO DE AÑO


Por: Raymundo Flores Melo*

En el Códice Madrid o Tro-Cortesiano, que se encuentra en el Museo de América de Madrid, España, aparece en la página 37 - teniendo como fondo el color azul turquesa -, un perro aullando y tocando un tambor. En contraparte, al lado izquierdo, está presente un hombre que realiza la misma actividad. En la parte inferior de dicha hoja se ve un pavo.

Es posible que la escena sea parte de un ritual relacionado con la fertilidad, donde el can y el ave jugaron un papel importante, además de que en ella aparece un personaje con bastón plantador o coa dejando caer semillas. Hasta el momento se cree que este códice perteneció a la zona maya de la península yucateca.

La escena ilustrada en el documento anterior hace recordar uno de los ritos descritos por fray Diego de Landa en su Relación de las Cosas de Yucatán (siglo XVI) cuando habla sobre las fiestas que se hacían para dar inicio al año. Celebración en la que se bailaban figuras de perros y se sacrificaba uno vivo con lomo negro.

Diego de Landa, religioso franciscano, obispo de Mérida, celebre por el auto de fe de Maní y por quemar una buena cantidad de códices mayas, en la crónica antes mencionada describe algunos aspectos de Yucatán, su descubrimiento y conquista, su historia y costumbres, la sociedad, el calendario y la escritura de los antiguos mayas[1] .

A continuación se transcribe parte de la festividad donde los perros están presentes:

Los indios mayas…

Tenían otras muchas miserias y malas señales aunque era bueno el año si no hacían los servicios que el demonio les mandaba, lo cual era hacer una fiesta y en ella bailar un baile en muy altos zancos y ofrecerle cabezas de pavos y un pan y bebidas de maíz; habían de ofrecerle (también) perros hechos de barro con pan las espaldas, y las viejas habían de bailar con ellos en las manos y sacrificarle un perrito que tuviese las espaldas negras y fuese virgen; y los devotos habían de derramar sus sangre y untar con ella la piedra del demonio Chacacantun. Tenían este sacrificio y servicio por agradable a su dios Yaxcocahmut[2].

En relación a los sacrificios es de anotarse que Landa, dice que en algunos ritos de año nuevo o inicio de año, se sacrificaba a un perro o a un hombre[3]. Así mismo en el mes de Muan (correspondiente a parte de abril) hacían una fiesta en honor a los dioses Ekchuah, Chac y Hobnil, “donde sacrificaban un perro manchado por el color del cacao y quemaban a sus ídolos su incienso…”[4]

Un poco más delante de su obra, menciona que los perros de estas tierras “no saben ladrar ni hacer mal a los hombres, y a la caza sí, que encaraman las codornices y otras aves y siguen mucho (a) los venados y algunos son grandes rastreadores. Son pequeños y comíanlos los indios por fiesta, y yo creo se afrentan y tienen (hoy) por poquedad comerlos. Dicen que tenían muy buen sabor[5].

Es posible que la creencia que algunas personas tienen de que los perros xoloitzcuintles no ladran provenga, en parte, de esta noticia dada por el franciscano, pues muchas veces, cuando en una crónica se leía la palabra perro, de manera inmediata se daba por sentado que se trataba de un perro pelón, sin tomar en cuenta – por desconocimiento - a los otros canes existentes en Mesoamérica.

El perro en Yucatán, antes y poco después de la conquista española, como lo ilustra el códice Madrid y lo dice la crónica de Landa, fue protagonista en varias ceremonias donde era usado como alimento o víctima sacrificial en honor a los dioses. El can era partícipe, junto con el pavo, el pan y la bebida de maíz, de bailes y ofrendas que los antiguos mayas ofrecían a sus dioses - en especial al dios creador -, por un año bueno y próspero.

rayflome@gmail.com



[1] ESTEVE BARBA, Francisco. Historiografía Indiana. Madrid, Gredos, 1992, p. 319

[2] LANDA, Diego de. Relación de las Cosas de Yucatán. México, Porrúa, 1982, p. 66. Yaxcocahmut, es uno de los nombres del dios creador maya.

[3] Ibíd. p. 65. La mención de sacrificio únicamente de perros se hace en las páginas 83-84 de dicho texto.

[4] Ibíd. p. 81

[5] Ibíd. p. 135